jueves, 11 de noviembre de 2010

~ Salgo a buscar otros mundos más allá de la mirada ~

Miel de abeja buscaban los galácticos escondidos en satélites espías, recorrían la ciudad desde el sur al infinito. Sin respuestas pero con esperanzas se telétransportaron con energía cósmica. El barrilete era su mejor vehiculo. Su meta era llegar a la cima de la montaña en espiral y conquistar los mundos. Pero para eso era fundamental la miel, era lo única que los mantenía vivos.

En el mundo, las flores estaban en extinción por eso urge su llegada a los otros mundos.

Cada uno de los pasos que realizan son diferentes, algunos en vertical y otros en horizontal.

La miel se aleja, solo Don Alfredo conoce los pasos necesario para acertar la jugada. Una serpiente deja algunos indicios con puntos estratégicos espacialmente, pero lo único que hace es confundirlos más y más.

Los colores de los barriletes se confunden con los puntos espaciales por lo que las abejas no saben donde picar.

Al ocaso del sol parece vislumbrarse el punto de partida del camino correcto. La ciudad amanece con el cielo plagado de abejas, corre el pánico en los habitantes. Todos buscan refugiarse en el castillo azul. Sin embargo, la horizontalidad dejo de formar parte en las decisiones. Todas las posibilidades se perfilan en vertical.

En la puerta del castillo azul no todos son bienvenidos, hay algunos que creen que: “La muerte no es el fin, la muerte es una puerta que lleva hacia otro lado”. Solo los valientes se arriesgan a atravesarla porque creen que allí esta la puerta hacia los otros mundos.

Solo así lograrían someterse a lo que llegará, a lo que viene, a lo que se espera desde ese otro lado, y a lo que se dirige sin pausa.

Los galácticos se manejan sin brújula, solo deciden el camino con una flor en su bolsillo, deshojando cada pétalo, desechando toda oportunidad.

Aunque quizás no se note esos pétalos son esperanzas para los que vienen detrás. Todo lo contrario, con ellos solo se pretende la transformación para hallar del otro lado, un empezar… un continuar… un renacer…

Las posibilidades no pueden convivir juntas es necesario el coraje para la decisión y así conseguir borrar toda la estructura ya que es sumamente necesaria traspasar la puerta.

En tanta mancha espacial, uno se atreve a elegir. El barrilete toma vuelo gracias al poder del magnetismo pudo sorpresivamente tomar impulso y llegar al cielo donde revoloteaban todo tipo de pájaros. Las abejas creen ver a un enemigo en el cielo, lo enfrentan y continúan elevándose hasta un punto, en donde, la gravedad produce que inesperadamente se provoque la caída. En ese instante, creen ver la puerta, los pájaros testigos avisan a las abejas, atormentadas se dirigen el sol a buscar ayuda. Siempre le tuvieron miedo al fuego, pero el aura azulada del castillo apaciguo ese terrible calor.

Sin medir las consecuencias pasan la puerta y logran atravesar hacia lo oculto, ahora si revelado antes sus ojos. La inmensidad del descubrimiento los cega, pero nunca han sentido tanta felicidad.

Ahora si pueden despojarse de tantas dependencias, necesidades de control, del miedo a la muerte, de la depresión, de la lucha y resistencia. Solo deben enlazar este mundo con el otro.

Lo más importante, es la liberación de los prejuicios. Algunos vuelven a su mundo anterior con esa arma fundamental para la unión. La lucha sin embargo, debe continuar para los que lograron traspasar, al volver prometieron no confesar lo que vivieron y quien confiese el mínimo detalle seria abucheado y condenado por traidor.

Ellos deben unir los mundos gracias a sus herramientas, su conocimiento y no por su habla, es por eso que al regresar al mundo anterior recuperaron su visión pero perdieron el habla. Simplemente se comunicaban con el resto de la población a través de la telepatía. Solamente las abejas los comprendían, pero si lo reproducían serian extinguidas.

Al parecer solo los árboles podían decodificar los mensajes acerca de los que ocurrió, pero cada vez que intentaban darlo a conocer eran retorcidos por el viento.

La naturaleza poco a poco fue acabando con el mundo y pocos toman conciencia de eso, ni los que regresaron lo notan.

Así es como el mundo va llegando a su fin. Las nubes alertan en el cielo pero nadie comprende sus figuras. Una vez se oyó decir que: "las nubes enseñan tantas cosas por las extrañezas que conocen, pero por más que uno lo intente nunca llegaremos a saber tanto como ellas, tan solo podemos imaginarlo". Por eso es que los mensajes fueron variados y otra vez las discusiones.

A veces, la lluvia accede a ayudar a las nubes, pero los relámpagos con su luz fugaz e intensa refutan toda teoría posible y aumentan las intrigas. De todos modos, cualquier hecho natural es considerado factible, pero nada mejor que el sol para ahuyentar todos los males.

Sin embargo, el mundo ya estaba deteriorado y difícilmente se recupere.

Los que habían regresado estaban fracasando. Todos traicionaron lo prometido y fueron condenados a la muerte. Solamente uno es quien sabe la verdad y aun no ha dicho nada. Prefirió alejarse de la cotidianidad e irse a vivir a los bosques magnéticos. Allí con arena escribe las visiones de sus experiencias, pero siempre el viento borra toda señal.

Un día fue descubierto por un duende azul, al que le transmitió sabiduría sin traicionar a los suyos pero este duende luego lo traiciono.

Finalmente se convirtió en el dictador azul e hizo un castillo del mismo color.

Sin más que decir, tras varios fracasos, el mundo se limito a no develar más sus secretos y a suprimir todo gesto de felicidad. Solo algunos pocos que quedan sobreviviendo en el mundo acceden a la posibilidad de traspasar las fronteras, pero la luna es quien se encarga de borrar de sus mentes todo lo que se pueda llegar a vivenciar allí.

Por eso es que ya nadie cree en la felicidad. Pocos son los que creen en la felicidad como pequeños instantes y tratan de disfrutarlos. Los que regresaron, los sin voz son los más melancólicos en el asunto. Ellos conocieron por completo y es por eso que ahora no se conforman con instantes. Creen que la felicidad en pequeños instantes no existe, solo existe la armonía, se encontró en un escrito con arena en el bosque de aquel hombre desaparecido y solo él con su desierto de palabras sobrevivió.

Mimí y Memé

UNICAS.

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